La puerta se abrió y entró en la librería un hombre de mediana edad y baja estatura, que portaba sombrero y un abrigo algo raído. Unas gafas oscuras cubrían sus ojos y se guiaba con un bastón blanco para no tropezarse con nada. Caminó unos pasos hasta que le llegó el olor a papel y polvo antes de que pudiese tocar las estanterías y comprobar que estaban atestadas de libros de todas las formas y tamaños.

El hombre se quedó petrificado, con su mano tocando los libros y sus oídos en guardia. Algo le extrañaba, ni un solo ruido. El silencio más pesado que había percibido nunca. Sin embargo, tenía la sensación de que alguien le observaba, era como un cosquilleo en el cogote. Había tenido esa sensación en otras ocasiones pues tenía la capacidad de percibir su entorno desde la oscuridad eterna que nublaba sus ojos.

─¿Hay alguien ahí? ─preguntó.

Un hombre le observaba desde las sombras de la trastienda, pero no contestó a su pregunta.

─Por favor, sé que me está mirando, lo presiento. Necesito saber dónde estoy.

El hombre dio un paso hacia la luz, pero aquel gesto no le hizo más visible ante su visitante ciego.

─Sea bienvenido al Sótano de Dorian ─dijo con voz templada.

─¿El Sótano de Dorian? ¿Qué clase de broma es esta?

─Usted busca algo, ¿verdad?

El ciego se volvió hacia su interlocutor de manera que parecía estar mirándole a los ojos. Levantó el bastón con tono amenazante y apretó los dientes.

─¿Quién es usted? ¿Cómo he llegado aquí?

─Tranquilo, no se excite que es malo para el corazón. Me puede llamar Señor Manduca, y me gusta ayudar a la gente a encontrar lo que busca.

─¿Estoy en una librería? Usted no me puede ayudar. Lo que yo busco es… una película.

El Señor Manduca se quedó mirándolo en silencio durante unos segundos, con sus gafas caladas bajo la nariz, sobre su mostacho de pelo plateado. Su mirada intensa, la frente despejada, su barba bien recortada. No aparentaba más de sesenta años, pero había algo en su presencia que avisaba de un carácter especial.

─Perdone pero… ¿es usted ciego? ─preguntó el Señor Manduca mientras sus gafas se movían cuando pronunciaba las palabras.

─Soy ciego, pero disfruto de una buena película a través de mis sentidos ¿Ha oído hablar del buen oído que tenemos los ciegos?

El Señor Manduca esbozó una sonrisita y se acercó al ciego.

─¿Cómo se llama?

─Daniel ─respondió.

─Siéntese aquí por favor ─dijo Manduca conduciéndole con delicadeza del brazo hacia una butaca que había en un rincón.

─Si no le importa… ─dijo el ciego mientras se zafaba de su buen samaritano y procedía a sentarse por sus propios medios.

El hombre se sentó, plegó el palo blanco y se lo guardó en un bolsillo interior del abrigo. Acto seguido se quitó la gorra y la dejó en su regazo. Se sacó las gafas y las limpió con la tela de su camisa ante la mirada de un sorprendido Señor Manduca.

─No me gusta llevarlas sucias… es una manía ─dijo Daniel.

─Así que es usted un ciego que disfruta del buen cine…

─Me ha definido bien. ¿Sería tan amable de explicarme cómo he llegado aquí?

─No se preocupe, todo lo que usted presiente a su alrededor no es real. Forma parte de su imaginación. Como si fuese un sueño.

─¿Quiere decir que estoy durmiendo?

─Algo parecido, pero no se preocupe. Disfrute del momento y dígame qué puedo hacer por usted.

El ciego se quedó pensativo mientras el suelo se reflejaba en los cristales oscuros de sus gafas. Parecía buscar las palabras adecuadas.

─Recomiéndeme una película ─dijo al fin.

─Me lo pone difícil, pero creo que tengo algo para usted.

El Señor Manduca se dirigió a la videoteca y volvió al cabo de unos segundos con unas hojas en la mano. Se colocó las gafas en su sitio y repasó con la vista la información que tenía escrita.

─Le voy a hablar de una película danesa del año 2018. Se titula “The Guilty”, el culpable.

─¿Danesa? ¿No será un truño de esos a los que llaman “cine de autor” y que luego te vas a casa con la sensación de haber perdido tu tiempo?

─Esta película fue nominada para el Oscar 2019 a mejor película extranjera por su país, Dinamarca. Ganó el premio del público en el Festival de Sundance en 2018, nominada a mejor actor y guión en los Premios del Cine Europeo de 2018 y ganó el premio al mejor guión en la Seminci de Valladolid en 2018.

─Vaya, es una buena tarjeta de presentación…

─Y que usted lo diga, está dirigida por Gustav Möller e interpretada en su papel principal por Jakob Cedergren. Trata de un policía, Asger Holm, que ha sido retirado del servicio de forma provisional y destinado al centro de emergencias. Allí se encarga de recibir llamadas de personas en apuros y dar respuesta a sus necesidades. Una noche, recibe la llamada de una mujer que le pide ayuda con desesperación y Asger piensa que ha podido ser secuestrada. A partir de ahí comienza una búsqueda desde su puesto en el centro de emergencias, apoyándose en distintos contactos en el exterior para conseguir encontrar a la mujer antes de que le suceda algo malo.

─Vaya ─comentó Daniel─. La trama es interesante. Pero… ¿hay algo de particular en esta película?

─Por supuesto. Toda la película se desarrolla dentro del despacho del policía, el cual, contacta por teléfono con los distintos protagonistas del suceso. Lo que nosotros vemos como espectadores es lo que se desprende de las conversaciones telefónicas en vivo que el policía va manteniendo. Hay mucha tensión en los 85 minutos de metraje, que se desarrollan en tiempo real. Somos partícipes de los avances de la investigación y también del sufrimiento del protagonista debido a unos fantasmas de su pasado que le acosan.

─¡Qué buena idea para crear a un personaje redondo! ─exclama Daniel.

─Los protagonistas que tienen conflictos internos resultan muy atractivos para el público, puesto que se identifican con ellos en su lucha por superarlos. Aquí el personaje de Asger está bien definido y el actor Jakob Cedergren realiza un trabajo excepcional.

─Entonces ¿me la recomienda?

El Señor Manduca hizo una pausa y tomó aire antes de articular sus próximas palabras.

─Vamos a ver, no se trata de una película “comercial”. Aquí no hay acción ni efectos especiales ni nada de eso. Hay 85 minutos de tensión mediante diálogos telefónicos. La película es oscura (se desarrolla dentro de una oficina cerrada) y tiene un buen giro al final. Si le gusta el cine de calidad, esta es su película. Y en su caso, un invidente la disfrutará tanto como cualquiera de nosotros. 

─Pues me la apunto. Iré a verla… bueno, a escucharla. Ya le contaré.

Daniel se colocó el sombrero y se puso en pie. Desplegó su bastón y se dirigió a la salida.

─Muchas gracias por sus consejos, Señor Manduca, espero volver algún día.

─Un placer Daniel, cuidado con los escalones.

El ciego traspasó el umbral de la puerta y se marchó. El Señor Manduca se quedó mirando, como si pudiese verlo a través del tabique. Envuelto de nuevo en un pesado silencio.

 

 

Si te ha gustado esta publicación y piensas que puede ser de interés para otras personas, puedes publicarla en tus redes sociales