¿Buscas un lugar donde puedas hablar de literatura con libertad y desde el más profundo respeto? ¿Te gusta el thriller, la novela negra o la novela de terror? ¿Te gusta el cine de esta misma temática?

Te invito a un lugar atípico que sólo existe en tu imaginación y que toma cuerpo en estas líneas de texto que salen de mi teclado. El Sótano de Dorian es un espacio poblado por libros, películas, experiencias y personajes.

Quiero hablarte del lugar que sólo puede visitarse en sueños, pues no tiene dirección ni emplazamiento físico y que yo tuve la suerte de encontrar por casualidad, hace un par de noches. Cuando dormía.

En el sueño, caminaba por la calle, tranquilo, dejándome acariciar por el viento. Ensimismado en mis pensamientos, mis pasos parecían llevarme hacia un destino inesperado, ajenos a mi voluntad. Llegado un momento, me detuve junto a unas escaleras de piedra que descendían hacia una puerta de madera muy bonita, con herrajes antiguos aunque bien conservados y un picaporte con forma de estrella. El lugar parecía tranquilo y silencioso, un sótano bien oculto bajo el nivel de la acera.

Llamé a la puerta y los golpes del picaporte parecieron resonar en el interior sin que nadie se decidiese a abrir. Percutí de nuevo un par de veces antes de que por mi cabeza sobrevolase la idea de que estaba deshabitado. De repente, la puerta se abrió, y un hombre anciano, de mirada inquisidora bajo gruesas cejas blancas, acercó su nariz a un palmo de mi cara y me habló.

─¿Quién eres? ─preguntó con voz profunda.

─Un transeúnte ─respondí─. Sólo pasaba por aquí, espero no molestar.

─Muchacho ─me dijo a pesar de que ya peino canas─, aquí nadie viene por casualidad. Hay una razón poderosa que te ha conducido a mi casa. Entra, no te quedes en la puerta.

El hombre, cuya apariencia me recordaba a una fusión entre Papá Noel y Albert Einstein, sonrió de forma cálida y me miró con sus ojillos brillantes. Parecía orgulloso de mostrarme su casa, si a aquello se le podía denominar un hogar.

─Puedes llamarme Dorian ─me dijo─. Y aquí es donde vivo.

Miré a mi alrededor y por mucho que me fijase, aquello no parecía otra cosa que una librería. Había estanterías repletas de libros por todas partes y una especie de mostrador donde se apilaban ejemplares antiguos con encuadernaciones artesanas. En una esquina descubrí un tintero con una pluma multicolor dentro.

─Sí, ya sé. Es lo que piensa todo el mundo. ¿Cómo se puede vivir entre estanterías y tras un mostrador? ¿En un sótano? Bueno… no es un sótano cualquiera. Es el Sótano de Dorian. Mi sótano, el lugar donde hago lo que más me gusta, hablar de literatura. ¿Te gusta leer?

─Por supuesto, también escribo de vez en cuando.

─¡Oh, que interesante! ¡Un escritor! Que orgullo y satisfacción ─el hombre soltó una carcajada irónica y después paró en seco y miró a su espalda, hacia una puerta entreabierta─. Shhhh ─dijo poniendo su dedo índice en la boca─. No hagamos ruido o se despertarán.

─¿Hay alguien más aquí?

─Están ellos, los otros. No te preocupes, son buenas personas, aunque alguno tenga  malas pulgas.

─Ya me quedo más tranquilo ─dije mientras intentaba disimular mi nerviosismo. Me daba la impresión de que a Dorian le faltaba algún que otro tornillo.

─Ven por aquí ─me dijo cogiéndome la mano y llevándome frente a las estanterías de una de las paredes.


─Aquí tengo mis libros de novela negra, hay desde grandes clásicos hasta las novedades más actuales. Son mi debilidad. En este lado puedes ver la sección de thriller, donde hay algunos menos, pero todos son buenísimos ¡Qué grandes momentos pasé con su lectura! En aquellas estanterías están los libros de terror, los preferidos del señor Manduca. Espero que lo conozcas muy pronto si decides volver por aquí. Junto a esa claraboya tenemos las biografías de autores, libros muy valiosos que cuentan curiosidades sobre escritores. A tu derecha hay una estantería ocupada por libros de creación literaria… esos te gustarán si amas la escritura.

Dorian me condujo hacia una sala anexa, con sus paredes forradas por carteles de películas. Había una amplia estantería de metal ocupada por fundas de DVD e incluso cintas de VHS y BETA.

─Es nuestra colección de películas de los géneros que nos gustan: thriller, policiacoterror. Tanto al señor Manduca como a mí nos encanta hablar de ellas. Tenemos contactos que nos avanzan lo nuevo que viene. Muchas veces nos oirás hablar de novedades antes de que lleguen sus copias a los cines.

─¿Es usted crítico literario o cinematográfico?

Dorian me miró con un gesto de seriedad y mantuvo durante unos segundos la mirada de sus ojos clavada en los míos.

─No te confundas, muchacho. Para hablar de literatura o de cine, o de lo que sea, no hace falta tener un carné de nada. Sólo conocimiento, sentido común y ganas de compartir lo que sabes. Si yo te digo que me gusta un libro, te lo estoy recomendando, pero porque me gusta a mí ¿me comprendes? Lo mismo que una película. Me da igual que digan por ahí que es una obra maestra, o una mierda.


Me quedé observando a Dorian y no pude quitarle ni un ápice de razón. Parecía un hombre apasionado con sus gustos literarios y un cinéfilo muy seguro de sí mismo. Estaba ansioso por escuchar lo que tenía que contarme, me había enganchado. De repente tuve la sensación de que era tarde y debía marcharme. Una pena, ahora que la cosa se estaba poniendo interesante.

─Tengo que irme ─le dije.

─No te preocupes. Sé que volverás por aquí y entonces, te recomendaré un libro. Quizás te presente a alguno de mis amigos.

Salí del Sótano de Dorian y al traspasar la puerta, abrí los ojos y desperté en mi cama. Aún conservaba el sentimiento de sorpresa, de agradable sorpresa de encontrar un lugar donde estar a gusto. Una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras pensaba que esto se lo tenía que contar a mis amigos. Seguro que muchos de ellos querrían vivir una experiencia similar a la mía.

Por eso te recomiendo que bajes al Sótano de Dorian. Quizás alguna de estas noches, o a lo mejor hoy mismo, tus sueños te conduzcan hacia ese maravilloso lugar literario y cinematográfico.

Espero que lo disfrutes.

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